Autor: Cristina Martínez - BILBAO (mayo 2012)
Empezó con el catering cuando este negocio era un desconocido en Bilbao, y hoy cuenta con cien empleados. Alicia Garmendia traduce toda su creatividad, y la de su equipo, en exitosos canapés ‘Made in Euskadi’.
Es positiva y dinámica, y coqueta, pero fuerte. Charlar con Alicia Garmendia proporciona una buena dosis de vitamina vital, pues su creatividad y carácter “nada dramático” invitan a la búsqueda de soluciones en años como éste, tan difíciles en lo económico. Insiste en subrayar: “Ante la adversidad nunca sabes el potencial que tienes dentro, pero siempre puedes hacer cosas. Esto es aplicable para todo el mundo. Hay que tener una oportunidad, pero también valentía para apostar”.
Ella es un ejemplo viviente de su consejo. Con 43 años y dos hijos adolescentes tuvo que afrontar el repentino fallecimiento de su marido, Iñaki Aseguinolaza, quien en los años 80 había recuperado los antiguos Cafés de Bilbao, los emblemáticos Boulevard, La Granja e Iruña. Alicia, bromea ahora, tenía una formación relativa y “ponía bien el redondo de ternera”, y se encontró con que su vida dio un gran giro. Eran los años 90 y la capital vizcaina empezaba a despuntar como ciudad de servicios. El Grupo Iruña, hasta entonces, se había caracterizado por sus hermosos Cafés, “pero aún no se ofrecía en Bilbao una gastronomía desenfadada. Lo normal era sentarse a comer tres platos y tomar unos gin tonics”, rememora.
Consciente de que las ideas que se le ocurrían no eran corrientes en esta ciudad, Alicia fue introduciendo la posibilidad “de relacionarse de otra manera, de charlar mientras comes, en un cóctel. Nuestro carácter no era excesivamente abierto, y eso permitía un acercamiento”, “y la gastronomía no pasaba a un segundo plano, pero sí era otro plano”, define. Así, por ejemplo, las bodas podían dejar de tener tres platos estáticos, de forma que personas desconocidas se comunicasen. “El catering era tímido entonces”, e Iñaki había estado “mimando sus bares y sólo habíamos comentado, muy por encima, la posibilidad de hacer catering. Yo no había trabajado de continuo, así que apenas me conocían. Pero ante una situación como ésta, pones lo mejor de ti misma para estar en el mundo”. Y eso es lo que lleva haciendo, con éxito, desde entonces. Un centenar de empleados a su cargo lo demuestran...
De la familia a la institución
Con esa mentalidad emprendedora y luchadora, y de siempre “viajera y curiosa”, Alicia puso “mucha pasión” en un negocio que luego ha ido in crescendo, con una cocina central en Bolueta desde el año 2000; un espacio exclusivo en la Finca Bauskain, en Markina, donde una empresa o una pareja de novios pueden alquilar el espacio a sus anchas, sin que sea compartido, y la gestión hostelera de instituciones tan importantes como el Museo de Bellas Artes, el Marítimo Ría de Bilbao, el Teatro Arriaga o Bibao Exhibition Centre.
“En los 90 no había catering, y ahora nos llaman de instituciones, inauguraciones de tiendas, artistas, políticos, escritores…
Pensé que había que empezar por algo más familiar, y que luego se iría conociendo. Y la satisfacción es que así ha sido: he casado a una pareja, hemos atendido el bautizo de su hijo, luego la hermana nos ha llamado para su boda y han repetido con las bodas de oro de sus padres”. Una de las claves de su éxito se basa en la gran flexibilidad que muestra su empresa a la hora de atender a los clientes: “Son trajes de sastre, podemos adaptarnos a cualquier evento. ¿Que quieren canapés con títulos de cine porque es un festival cinematográfico? Pues los ideamos. Con multitud de sabores e incluso mezclando cosas impensables. Experimentamos. Y atendemos al detalle al cliente, que a veces tiene sus tiempos”. Esto ocurre con los cantantes, ya se sabe que tienen sus manías ya que habitualmente pasan demasiado tiempo fuera de casa y viviendo en hoteles. Para su sorpresa, el gran Pavarotti no se comportó como un divo, sino que fue “muy sencillo y educado”. No puede hablar de sencillez al referirse a Mariah Carey, pero sí en el caso de Bruce Springsteen, que no aterrizó en los delicatessen con productos vascos que le ofrecían, y pidió llanamente “sandwich de pollo”, en su camerino.
En tiempos menos complicados para la realeza, Alicia recuerda cómo atendieron en Bilbao a los reyes de España, que le solicitaron si era posible que se llevaran los canapés que quedaban, pues les parecían exquisitos. Sin duda, personas tan viajadas y que conocen tantos ágapes, resultaron unos jueces excepcionales. El Rey prefería los pimientos de piquillo rellenos de txangurro. Y es que, como empresa afincada en Bilbao, el Grupo Iruña destaca por su creatividad, pero jugando con las mejores bazas de la comida vasca: carnes, pescados, productos de la huerta… “haciéndolos divertidos, pero realizando pruebas. A veces metemos la pata, pero entonces tomo nota de lo que no hay que hacer: es una lección positiva”.
Sin duda, las grandes firmas creativas avanzan con esa clave. Alicia no da importancia a su trabajo –incluso se cuestionaba si era relevante entrevistarle–, y muestra con modestia en su luminoso despacho de la calle Berastegi –todo ventanales y otro Bilbao, el de los tejados rojos– el elenco de premios que tiene: Mujer empresaria, Mujer Emprendedora, Villana de Bilbao (dos veces), de Turismo… Miembro de la Asociación para el Progreso de la Dirección desde hace 15 años, participa activamente en encuentros estatales e internacionales de mujeres directivas y empresarias. “En Grecia, Malasia, etc., aprendo mucho de estos congresos, pero también me fijo en cómo hacen las cosas los hosteleros, cómo se ponen la chaqueta, cómo viven”, comenta con la misma ilusión del primer día.
Pues sí, esa energía positiva mueve a Alicia, acompañada actualmente en el negocio de sus dos hijos. Y su ilusión es “seguir dando un buen servicio, de calidad, a Bilbao y al País Vasco, trayendo algo nuevo y bueno. No es el mejor momento, ni nadie te regala nada, pero creo que esa es la moraleja”.